Por: J. Kuarán – Colegio Nacional de Periodistas
La evolución del Putumayo como
pueblo ha estado dada por el paso de la historia sobre las espaldas de sus
habitantes, más que por la historia misma que sus habitantes hayamos construido;
y eso lo muestran hechos como las protestas reiteradas que adelantan varias
organizaciones sociales y campesinas del departamento.
Hablemos claro que eso ayuda a la
reflexión, y hablar claro es decir que son muchos los males que nos aquejan, y
en esa parte las demandas de las organizaciones sociales son justas, necesarias
y de gran relevancia para el departamento. Pero esas demandas son también el cúmulo
de esa historia putumayense que ha caído sobre nuestras espaldas y que nos aprisiona
enormemente. Con el profundo respeto que me inspiran las organizaciones
sociales puras y serias que existen en el Putumayo y que hoy hacen parte activa
de las protestas que se organizan en nuestro departamento, sería saludable, por
el bien de nuestro pueblo, que así como exigimos nuestros derechos y demandamos
mayor atención del Gobierno Nacional a nuestras necesidades, también nos propusiéramos
llamar a la reflexión al mismo pueblo putumayense sobre nuestra responsabilidad
con los acontecimientos que vivimos, eso nos permitiría ir escribiendo nuestra
propia historia y no vivir sometidos a la que nos han impuesto y hemos aceptado
sobrellevar a nuestras espaldas.
Porque no podemos desconocer que al
Putumayo lo han arropado casos supremamente especiales que con el tiempo se han
convertido en la causa de todos nuestros problemas, así otros sigan cerrados a
la idea que son la consecuencia del olvido estatal, lo que nos permite seguir justificándonos
en la responsabilidad de lo que hoy somos víctimas. Entre esos casos están
desconocer que el manto del narcotráfico cubrió gran parte del Putumayo y que algunos
de nuestros campesinos han decidido por décadas abrigarse cómodamente con ese
manto, pues es lógico que debe y tiene que traer consecuencias que hoy nos
agobian; peor aún si actuamos como pastorcitos mentirosos donde a pesar de
tantos proyectos de sustitución de cultivos ilícitos que se han aceptado en la
región, sigamos en los primeros lugares del país como uno de los departamentos
de mayor producción cocalera pues es claro que los graves problemas de los que
hoy nos quejamos no van a desaparecer y esa es una situación que no se
compadece con el futuro que estamos exigiendo en protestas y mas protestas.
Desconocer o pretender desconocer
que las minas anti – personas que hoy están matando a nuestros campesinos, más
que un instrumento malévolo de grupos en conflicto, son más bien un instrumento
de protección de cultivos ilícitos que existen en Putumayo, combustible
aliciente de esta guerra, lógico que son las consecuencias de aquella cultura
de lo ilícito que decidimos vivir.
Hechos como el de permitir la
connivencia con la violencia y la delincuencia donde municipios o localidades enteras
son sometidos y otras veces por voluntad propia dado que la relación de amistad
con esos grupos se convirtió en una forma de vida cotidiana, tampoco dice mucho
de la historia que le hayamos aportado a nuestro Putumayo. Hechos como los de
continuar reeligiendo personajes cuyos amigos han tenido la oportunidad desde
sus administraciones de cambiar la historia de nuestro pueblo, pero sin embargo
han optado por sus intereses personales, claro que tiene consecuencias que hoy
nos agobian.
Hechos como permitir que las
empresas multinacionales se paseen rampante y campantemente por el Putumayo,
explotando sus recursos sin que el pueblo haya tenido la oportunidad de
hacerles juicios de responsabilidad, todo porque su dirigencia ha sido inferior
a la historia misma o por que el mismo pueblo ha estado desorganizado en
grupillos politiqueros particulares sin pensar en el territorio mismo, son las
consecuencias que hoy padecemos.
Hechos como la de no haber sido
capaces en más de 20 años de consolidar unas oportunidades de frontera con la
fortaleza que da las mismas normas y tratados binacionales, todo porque los que
quieren reelección andaban con sus amigos de farra con las arcas del pueblo,
lógico que tiene sus consecuencias que hoy requieren solución.
Hablemos claro que eso ayuda a la
reflexión y hablar claro es decir que las organizaciones sociales deben
depurarse desligándose de ideologías guerreristas de los años comunistas y con
una merecida participación política puedan ser una alternativa para el pueblo
putumayense, pero eso si deben desligar los intereses superiores del departamento
de los intereses politiqueros que han sido causa de la mayoría de los
problemas, caso contrario de nada sirve el mono que aunque se vista de sea mono
queda.
Llamar a la reflexión de nuestro
pueblo y comenzar a desligarnos de escenarios en los cuales hemos decidido
vivir, como lo es el narcotráfico, las banderas partidistas de unos pocos, la
connivencia con delincuencia, la permisión en nuestros escenarios de políticos
que acaban empresas putumayenses, la
descoordinación y desentendimiento de ese Putumayo urbano con el rural de los
cuales uno lucha y el otro goza de los logros obtenidos, en fin debe ser una
tarea que nos debe llevar a repensar nuestras luchas y el accionar sobre las
verdaderas causas de nuestros problemas.
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