miércoles, 17 de julio de 2013

La Zona de Reserva Campesina motivo de lucha en el Catatumbo N. Santander

La lucha del Catatumbo por la Zona de Reserva Campesina

La Zona de Reserva Campesina de la Región del Catatumbo (Norte de Santander), está solicitada desde el año 2011, Mediante la resolución No. 2060 del 11 de agosto de 2011 del Incoder se inició el trámite administrativo para la selección, delimitación y constitución de la zona, de 365.865 has correspondientes a 339 veredas. La Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat) con apoyo técnico de la Corporación Colectivo de Abogados Luis Carlos Pérez (Calcp), elaboraron el Plan de Desarrollo Sostenible, socializado en el Tarra (Norte de Santander) el día 30 de marzo de 2012. El PDS se encuentra en proceso de ajuste para ser presentado ante el INCODER en procura de la aprobación definitiva de la ZRC ante el Consejo Directivo. El presidente Alvaro Uribe Velez frenó todas las solicitudes de zonas de reserva campesina, argumentando que eran una figura utilizada por la insurgencia colombiana para desestabilizar el gobierno y desligitimar la propiedad privada.

Qué son las Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC)

Las Zonas de Reserva Campesina (ZRC) constituyen una figura jurídica cuyos objetivos son la regulación, limitación y ordenamiento de la propiedad rural, la eliminación de su concentración y el acaparamiento de tierras baldías, la adquisición o implantación de mejoras, el fomento de la pequeña propiedad campesina y la prevención de la descomposición de la economía campesina del colono y la búsqueda de su transformación en mediano empresario.
Aunque aparecen en la vida normativa nacional en el año 1994, son resultado de los diversos procesos de exigibilidad política emprendidos por campesinos y colonos, en el marco de los cuales surge la idea original de la figura, que con el tiempo se complejiza y logra su formalización.

Constituye una herramienta de suma importancia para lograr los cambios que en materia de ordenamiento territorial, ambiental y de la propiedad, requieren los habitantes de una región campesina; sin embargo, que las ZRC sean efectivamente un catalizador de las transformaciones reclamadas por el campesinado dependerá del nivel de apropiación que la comunidad logre frente a este figura, frente a su historia, sus potencialidades, pero también sus retos.

Zonas de Reserva Campesina

Dada la ineficacia de políticas agrarias en Colombia y considerando que el campesinado es factor fundamental en la producción interna de alimentos, sus luchas y apuestas organizativas han tenido incidencia en la definición de lineamientos de las políticas del sector rural, tal es el caso de la figura de las Zonas de Reserva Campesina, cuyo origen está ligado a los procesos de exigibilidad de la tierra y el territorio.

Las comunidades campesinas colombianas y sus organizaciones han adoptado la figura de las Zonas de Reserva Campesina, ZRC, como el instrumento más adecuado para garantizar sus derechos, especialmente al territorio, a la tierra y a la seguridad jurídica de su tenencia.
A pesar de la precariedad del marco constitucional en materia de derechos e invisibilizar al campesinado, las organizaciones campesinas se lo han apropiado para sus reivindicaciones, particularmente para el caso de las Zonas de Reserva Campesina, donde han sido diferentes los enunciados constitucionales que han servido para exigir la figura.

Historia de la propiedad rural en Colombia

En Colombia el tema de la tierra ha estado presente de manera medular en la construcción de la república. Algunos autores sostienen que las veinticinco guerras nacionales y alrededor de 60 regionales, que se dieron en los pasados 185 años y que generaron una gran movilidad poblacional, estuvieron relacionadas con la confrontación de esquemas de acumulación y desarrollo económico diferentes, estrechamente relacionados con la concentración de la tierra y el papel de lo rural, al punto que, los procesos de acaparamiento de tierras por medios ilícitos, como la usurpación, fueron comunes en las guerras civiles, y se dieron con la aquiescencia y tolerancia de las autoridades, quienes “mediante la gestión de rábulas y leguleyos, han cohonestado el despojo, lo cual es una herencia colonial” (Patiño, 2002).

Es claro al señalar que estas políticas que llamaremos reforma agraria de mercado, como la colombiana, no son las más adecuadas para resolver las desigualdades de acceso a la tierra y por el contrario en algunos casos han llevado a nuevos procesos de concentración de tierras.

“En Colombia la propiedad de la tierra se acumula en manos de 2.000 propietarios: 500 familias que tienen más de la mitad de la tierra registrada en propiedad privada”. Fuente: Mondragón 2010

Las cifras sobre vocación y uso del suelo evidencian de manera contundente la forma en que se privilegia el latifundio ganadero por encima de la producción agrícola de alimentos, fortaleciendo la tesis de despojo de tierras a campesinos con finalidad pecuaria. En Colombia, de 10,4 millones de hectáreas aptas para producción agrícola se usan únicamente 4,2 millones, cantidad que equivale escasamente al 40%. por otra parte, los suelos en el país aptos para ganadería representan 10,2 millones de hectáreas, encontrándose en uso, actualmente 41,7 millones de hectáreas, es decir un 400%, cuatro veces más, que la tierra con vocación ganadera.

Producción agrícola en Colombia y la Crisis actual

Hoy en día buena parte de la producción de alimentos está en manos de los pequeños productores campesinos, aunque preocupa la implementación de medidas como los tratados de libre comercio, TLC’s, con Estados Unidos y la Unión Europea.

En el caso del TLC con los Estados Unidos, un estudio de Garay, Barberi y Cardona (2010) señala que: “un conjunto importante de bienes agropecuarios producidos en Colombia –en el que Estados Unidos tiene una capacidad importante de exportación, derivada entre otros de los subsidios que otorga a sus productores– sería el más afectado con el TLC, en consideración a que la eliminación de los aranceles traería como consecuencia una reducción de los precios internos recibidos por los agricultores colombianos y un incremento en las importaciones”.

Adicionalmente, con la importación de alimentos se ha presentado una evidente reducción de áreas destinadas a ciertos cultivos, por un lado, porque son traídos del exterior, pero también porque buena parte de las tierras pasan a ser dedicadas a cultivos exportables.
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