Por: Pilar Quijada, ABC.es
Se producen cambios en el ADN de las neuronas de forma masiva hasta los dos años y continúan en la adolescencia, etapa crítica para la aparición de enfermedades psiquiátricas.
La maduración del cerebro, con la formación de los
circuitos que van a conformar nuestras características personales y tal
vez las enfermedades neurológicas y psiquiátricas que padeceremos,
comienza antes del nacimiento y se extienden hasta casi la tercera
década de la vida. Se sabía poco de cómo ocurría este proceso, pero
ahora un trabajo internacional que se publica en el último número de Science, en el que participa Manel Esteller, director del programa de Epigenética y Biología del Cáncer del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Bellvitge, ofrece importantes pistas para entender mejor los cambios que tienen lugar para la formación de los circuitos del cerebro
que nos permiten pensar y aprender. Y explicaría también los llamativos
cambios conductuales que tienen lugar en la adolescencia.
En el trabajo, realizado con ratones y tejido cerebral
humano procedente de biobankos de Barcelona y Baltimore, los
investigadores, liderados por Joseph R. Ecker, del Instituto Salk, en Californa, han descubierto cómo la región más evolucionada del cerebro, la corteza prefrontal, encargada de las funciones intelectuales, la conducta dirigida a objetivos y la adquisición de nuevos conocimientos, sufre modificaciones en el ADN de forma muy selectiva y dinámica
desde el desarrollo fetal hasta el final de la adolescencia, periodo en
el que las conexiones, o sinapsis, entre las células nerviosas están
aumentando rápidamente. Estas modificaciones del ADN se denominan “epigenéticas” porque no cambian la información genética heredada de nuestros padres, pero sí determinan cómo se manifestará, por medio de marcas químicas que señalan qué genes se activarán y cuáles no.
Uno de estos mecanismos epigenéticos es la denominada metilación del ADN,
que tiene lugar en todas las células del organismo, pero que en las
neuronas se lleva a cabo de una forma especial, como explica Esteller:
“La metilación normal [la que ocurre en el resto del organismo] sólo
cambia con las enfermedades. Y esta nueva metilación específica de las
neuronas ahora descubierta va cambiando a lo largo de la vida, desde la
época fetal y el nacimiento hasta la adolescencia, y se va incrementando a medida que se adquieren experiencias y aprendizajes”.
Rebeldía adolescente
Incluso, apunta Esteller, este mecanismo ahora descubierto, “puede tener que ver con la parte más rebelde de los adolescentes, porque coincide con el momento en que están acabando de fijar los patrones de expresión génica. Unos aparecen y otros desaparecen, hay un poco de inestabilidad de la expresión génica. Y coincide con un proceso que ocurre también en la adolescencia, denominado poda neuronal, por el que unas neuronas permanecen y otras son eliminadas”.
Y también estaría relacionado con el proceso masivo de reorganización y maduración en la corteza prefrontal que tiene lugar hacia el final del primer año de vida, que coincidiría con el momento en que estas modificaciones químicas descubiertas ahora están en su máximo apogeo, y que explicaría la “explosión” de habilidades cognitivas que muestran los bebés.
En este nuevo estudio, los investigadores han identificaron
los sitios exactos de metilación del ADN en el genoma del cerebro desde
niños recién nacidos y diferentes edades hasta la etapa adulta, pasando
por los adolescentes. Además de la metilación del ADN presente en todas
las células del organismo desde el nacimiento, incluidas las neuronas y
las células de glía, vieron que hay una segunda forma de metilación del ADN denominada "no-CG" que es casi exclusiva de las neuronas y
se incrementa a medida que el cerebro madura, con un ritmo máximo hasta
los dos años y otro pico en la adolescencia, convirtiéndose en la forma
dominante de metilación del genoma de las neuronas.
“Estos hallazgos demuestran que el período durante el cual
los circuitos neuronales del cerebro maduran va acompañado de un proceso
paralelo de reconfiguración a gran escala del epigenoma neuronal,"
explica Ecker.
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