miércoles, 10 de julio de 2013

El gas lacrimógeno, un negocio en alza



Tomado de: BBC Mundo
Anna Feigenbaum, que investiga la historia política del gas lacrimógeno en la Universidad de Bournemouth en el Reino Unido, estima que austeridad y aumento de los gastos de seguridad van de la mano.
"Con la austeridad ha habido una gran intensificación de las protestas y del uso del gas lacrimógeno. Grecia ha estado a la vanguardia en este respecto", indicó a BBC Mundo.

En otras palabras, para la industria del gas lacrimógeno, nada como las crisis económico-sociales.
En medio de la Primavera Árabe, compañías estadounidenses exportaron unas 21 toneladas de munición, equivalentes a unas 40.000 unidades de gas lacrimógeno.

En términos de manejo de protestas, nada ha cambiado con la "democratización" egipcia. Este año el ministerio del Interior ordenó unos 140.000 cartuchos de gas lacrimógeno al mismo elenco de exportadoras estadounidenses.

En febrero, el portavoz del departamento de Estado, Patrick Ventrell, defendió el otorgamiento de licencias para la exportación a estas compañías diciendo que el gas lacrimógeno "salva vidas y protege la propiedad".
En respuesta a las preguntas de Gerardo Lissardy de BBC Mundo en Brasil, la compañía Condor Non-Lethal Technologies usó argumentos similares.

"Las tecnologías no letales están diseñadas para incapacitar temporalmente a las personas sin causar daños irreparables o muerte. Sus efectos son totalmente reversibles. Según una recomendación de la ONU en 1990, la policía tiene que hacer un uso proporcional de la fuerza por medio de armas no letales en consonacia con los derechos humanos y el respeto a la vida", señaló un portavoz de la organización a BBC Mundo.

La palabra clave es "no letal" (non lethal), expresión que figura en el logo de muchas compañías.

En la I Guerra Mundial el gas lacrimógeno fue clasificado como un producto químico. Desde entonces ha habido un continuo deslizamiento semántico de obra y gracia del complejo industrial-militar-gubernamental, según Anna Feigenbaum.

Una investigación que ordenó el gobierno británico sobre el uso del gas lacrimógeno a fines de los 60 en Irlanda del Norte habría contribuido en forma particularmente significativa a esta normalización.

La investigación concluyó que no constituía peligro ni siquiera para las embarazadas o los ancianos, una afirmación duramente criticada por Amnistía Internacional y Médicos por los Derechos Humanos.

Estas organizaciones sostienen que no se necesita ser mayor o estar embarazada para sentir efectos "irreversibles" de estas armas no letales. Entre las muertes más recientes atribuidas al uso de gas lacrimógeno figuran la del adolescente Ali al-Shiek Bahrain el año pasado y el palestino Mustafa Tamini a fines de 2011

El arte de gobernar se ha equiparado con frecuencia al manejo del palo y la zanahoria, como se conoce popularmente el sistema de premios y castigos estudiado por la Psicología Social.

La crisis de la deuda soberana es un ejemplo. Mientras la Troika impulsaba un ajuste del gasto de Grecia en plena crisis, Alemania, Francia y Holanda presionaban al gobierno griego para que mantuviera el gasto militar del que dependían varios contratos.

Este complejo es responsable de una contínua redefinición de los términos, como se evidenció en la exposición en Londres de productos para la lucha contra el terrorismo este abril, que tenía al gas lacrimógeno entre sus productos estelares.

"Desde 2001 la industria del antiterrorismo ha crecido mucho y en los últimos años se ha visto esta equiparación del disenso civil con el antiterrorismo", señala Feigenbaum.

La exposición calculaba que la industria antiterrorista en su conjunto crecería un 20% para el final de la década.

Si se añaden estas estimaciones a la reinterpretación en curso del tema del palo y la zanahoria, se puede concluir que la industria del gas lacrimógeno tiene un futuro promisorio.


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